Cinco enfermos del velocípedo ponen rumbo a Campillos el viernes seis de mayo (cuatro juntos y otro por separado), para acometer los 101 Km de Ronda, prueba inscrita en el calendario popular y encuentro ineludible con los pedales y su bella serranía.
Los descerebrados en cuestión: Rubén Tostado (Mr. Pinchi), Pedro Aguilar (Zapedrín), Julio Moreno (Yuliusss), Fran Rodríguez (Fran) y el que suscribe Manuel López (elinfantepisahormigas). Todos menos yo aprovecharon el viernes por la tarde para impregnarse del ambiente que se mascaba en Ronda a la vera de un zumo de cebada bien frío, de forma comedida por supuesto jejejejejejeje.
Sábado día siete a las siete de la mañana (joder con la manía de levantarse tan temprano), iniciamos la marcha desde Campillos a Ronda acompañados por dos amigas y compañeras que afrontarían con éxito la prueba a pie (un saludo para ellas y enhorabuena campeonas).
Al tener más hambre que Dios talento, intentamos desayunar antes de acometer la consabida distancia, pero nuestro primer intento fue infructuoso, el único camarero del único bar que encontramos estaba más liado que Dios cuando creo el universo jejeje. Había sin exagerar mucho, tres mil ciclistas con las bicis en sus remolques por supuesto, esperando para tomarse un humilde cafelito.
Ante el éxito obtenido decidimos seguir la marcha y buscar otro lugar que esta vez encontramos, con lo que dimos buena cuenta de dos tostadas y un buen café que nos sentaron a gloria, al menos a mí.
Alguien decidió comprar un pedazo de chubasquero supermultiusos por un módico precio, 2,40 € que como más tarde relataré sirvió para casi nada, ahhh al salir del bar, alguien pregunto a un señor: ¿Perdone es usted de aquí? El hombre respondió afirmativamente y la siguiente pregunta fue, ¿cree usted que lloverá hoy? Jejejejejeje, respuesta: el hombre del tiempo ha dicho que caerá la mundial a partir de las ocho jejejeje, menos mal que era de allí jejejeje, no cayó una gota a partir de las 10:30.
Llegamos a Ronda y nos pertrechamos de todos los achiperres súper imprescindibles para esto del pedaleo, nos despedimos de nuestras acompañantes y pusimos los pies en el estadio desde donde se daría la salida.
Rubén intentaba convencerse que con lluvia no pedaleaba, mientras Pedro que se había dejado el chubasquero en el coche, estaba más nervioso que Marco cuando encontró a su madre, al tiempo que las nubes se tornaban tan negras como el color carbono de nuestra indumentaria. Algunas gotas y mucha inquietud fueron el preludio de unos cuantos vivas que repetimos los ocho mil enfermos que abarrotábamos el estadio, iniciando la marcha con un buen petardazo.
Recorrimos cinco kilómetros neutralizados en donde algunos intentaban coger posiciones lo más adelante posible, ansia viva jejeje.
Con una alegría inusitada iniciamos lo que para algunos sería un reto y para otros una oportunidad para probar sus fuerzas. Hicimos dos grupos, Julio, Rubén y Pedro por delante y a buen ritmo, detrás cual dignos palomeros, Fran y Manuel.
Los kilómetros pasaban y pusimos en práctica la disciplina de carrera, llevando a rajatabla el planing de Rubén. Se sucedían sin solución de continuidad las subidas, las bajadas, las risas, alguna que otra caída y sobre todo el apoyo incondicional de los habitantes de cada uno de los pueblos por donde pasábamos.
Vimos tándem, mujeres de 1,90 cm, personal con patinete (no podéis imaginar cómo bajaba el patinete y su dueño), personal vestido de diferentes formas y un sinfín de testimonios visuales, pero todos absolutamente todos hacíamos lo mismo, pedalear.
La prueba después de pasar por los distintos avituallamientos, llegó al cuartel de la Legión, donde nos ofrecieron una comida en caliente, la cual tuve el placer de compartir con Fran (gracias compañero). A partir de aquí llegaba lo duro de la carrera teniendo que poner el pie en el suelo por lo duro de las subidas, pero la cosa estaba casi terminada pensaba de forma equivocada.
Jolín con las cuestecitas, había una a la salida de Setenil, que no sé donde han encontrado eso, vaya tela. Fran y yo tuvimos que parar alrededor de cuarenta minutos en una cola para pasar un rio que no resultó tan complicado.
Mientras esto ocurría los tres fieras de Fortius, o sea los tres Fortius, (nosotros solo somos Fortiuitos, jejejeje) habían llegado ya a meta, haciendo buen tiempo y mejor clasificación, Rubén el 22 militar, Pedro el 29 y Julio el 44, (enhorabuena compañeros).
Fran en los últimos 15 km se fue hacia delante y el que suscribe dosificó hasta llegar a la meta, exultante y tremendamente contento. La dosis de sufrimiento es grande, no puedo mentir, pero algo me impulsaba a seguir pedaleando como al resto de los más de dos mil enfermos de la bici y tengo que ser sincero y deciros que al cruzar la meta, todo desapareció, todo se desvaneció cuando vi a mis compis aplaudiendo.
Esto compañeros Fortius hace afición, ha sido realmente espectacular, tanto por la prueba y sus participantes como por la magnífica organización por parte de la Legión. El pueblo de Ronda estaba volcado absolutamente con todos y cada uno de los participantes que llegaban a la meta, animando y aplaudiendo un kilómetro antes de llegar.
Mis compañeros de fatiga, me esperaron en meta durante más de tres horas, desde aquí mi agradecimiento y esto queridos compañeros HACEN CLUB, me recibieron con aplausos y tan contentos como yo de ver llegar a alguien con la equipación de Fortius y reitero las gracias, por lo que estoy enormemente satisfecho de haber terminado, de haber compartido caminos con mis cuatro compañeros, de haber superado este reto y sobre todo de haberme quedado con ganas de volver el año próximo con más Fortius y poder compartir con vosotros esta enriquecedora experiencia.
CRÓNICA BY ELINFANTEPISAHORMIGAS.